«No puedo»

En humanos, se ha observado que repetir frases como “no puedo” activa patrones neuronales de evitación y reduce la actividad en áreas del cerebro relacionadas con la resolución de problemas, como la corteza prefrontal.

Un estudio de Andrew Newberg y Mark Waldman, dos investigadores estadounidenses conocidos principalmente por sus estudios en el campo de la neurociencia aplicada a la espiritualidad, la meditación y el lenguaje., encontró que palabras negativas como “no puedo” o “imposible” activan la amígdala, la parte del cerebro asociada al miedo, y disminuyen la actividad en la corteza prefrontal, esencial para la toma de decisiones y la creatividad. En contraste, palabras positivas estimulan el lóbulo frontal y mejoran el desempeño cognitivo.

Estos estudios respaldan la idea de que decirse “no puedo” no solo afecta la motivación, sino que literalmente limita la capacidad del cerebro para encontrar soluciones.

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